domingo, 1 de febrero de 2009

de risa

Van a hacer falta pocas palabras en esta entrada para mostrar mi malestar y el de la afición tras el esperpento de anoche. Finalmente se fue Oliveira (y se fue sonriendo) y no llegó nadie. Bueno sí, llegó Ponzio para ayudar en el centro del campo, pero no llegó un delantero que supliera la marcha del brasileño. Uno se pregunta si hacen falta tantas alforjas para semejante viaje. Para no fichar con no mirar es suficiente. Pero la duda radica en si era necesario fichar para subir y como decían el otro día en el diario Equipo, mejor fichamos por si acaso.
Hoy es día de pocas palabras. Quizá me dé la vuelta antes del partido y grite hacia el palco. Lo voy a sentir por algún amigo que desde allí intenta poner cordura, pero se les ha ido todo de las manos. La soberbia de Agapito no tiene límites. Qué razón tenía Mario Ornat cuando señalaba aquellos sillones de sky, y aquella mirada amenazante cuando él creía tener aún la mejor plantilla de la historia.
Han desmantelado el plantel. Ahora sólo nos queda ser del Zaragoza como lo hemos sido siempre. Animar al equipo hasta el final y, eso sí, delvolver esa mirada a Agapito, que sepa que aquí el que puede tener algo que temer es él. La afición no va a aguantar un desplante más, que el equipo no suba o que este señor siga dando tumbos.

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